domingo, 4 de enero de 2009

Procambarus clarkii, el visitante que se nacionalizó

P. clarkii es el cangrejo rojo americano, tan habitual en las aguas Extremeñas, que ya pocos saben que no es nativo de España: es simplemente el cangrejo de río. Pero esto no ha sido siempre así, el auténtico cangrejo autóctono de las aguas ibéricas es Austropotamobius pallipes, aunque su distribución está en la actualidad muy mermada, y quizás en la comunidad extremeña no fue nunca muy abundante debido a su alta necesidad de carbonato cálcico (Extremadura está en terreno silíceo, Fig. 1). La morfología general de un cangrejo de río, de cualquier especie responde a la observada en la fig. 2.

Fig.1

Además la introducción de P. clarkii ha conllevado la importación de Aphanomyces astaci (hongo oomycete parásito obligado del cangrejo de río (Unestam, 1969)), también conocido como la peste del cangrejo que está llevando a la extinción a especies de cangrejos nativos de varios países europeos.

Aquí espero que se me permita una licencia anecdótica, en un lago en la región de Västergotland en Suecia los ribereños nos aconsejaron no bañarnos nunca con un bañador que hubiéramos usado en otro lago de la región (sin lavarlo antes) por que en su lago aún tenían cangrejo autóctono. Tuve la suerte de ser invitado a una fiesta del cangrejo, con cangrejos autóctonos (que nosotros mismos capturamos) en uno de los dos únicos días del año en los que estaba permitida su captura. Toda una suerte que no se volverá a repetir, puesto que dos años después el cangrejo rojo americano llegó al lago Ämten y con él la peste del cangrejo.

Fig. 2

Volviendo al caso de España, P. clarkii fue introducido en Badajoz por primera vez 1973 procedente de un lote desde Louisiana (EEUU), con tanto éxito que la población se naturalizó, en la actualidad y desde que yo tengo memoria es muy abundante en la cuenca del Guadiana. Basándome en la experiencia personal, he observado y capturado P. clarkii desde arroyos corrientes de aguas limpias y frías hasta en embalses y charcas cenagosas. Dependiendo del sustrato que tengan gustan de excavar madrigueras en las orillas o bien esconderse debajo de las piedras. La existencia de este crustáceo ha llevado a un fuerte comercio, en la mayor parte de los casos de forma local, menos en la zona del bajo Guadalquivir, donde se introdujeron en 1974, y donde sí se produjo una captura organizada y un intento de cultivo pro-cangrejo americano, introduciéndolo los propios pescadores en sus antiguos cotos anguileros.

Pero durante años siempre me he preguntado ¿dónde venden estos cangrejos? ¿a dónde se destinan tantas toneladas de P. clarkii? De nuevo parte de la respuesta me vino en el viaje a Suecia, donde en cualquier supermercado podías encontrar Kräftor från Spanien, y es que allí tienen realmente afición a los cangrejos de río dedicándoles fiestas en noches de verano. Un dato objetivo, aunque no demasiado actual nos da una idea del negocio que supone su captura: “La exportación estimada es de 301 toneladas, de las cuales el 78.1% se mandaron a Francia, el 13.6% a Suecia, el 7.6 a Bélgica y el 0.7% a Holanda” (P. J. Gutiérrez-Yurrita). Además su venta en el norte de España y en Madrid sobre todo ha sido siempre elevada aunque en la actualidad prácticamente se pueden encontrar en todos los supermercados, por ejemplo yo mismo los he observado en la cadena Mercadona en varios lugares del centro peninsular.

Tristemente el cangrejo rojo americano es ahora el cangrejo de río por excelencia en toda España, aunque en el norte, la introducción de cangrejo señal (Pacifastacus leniusculus) que a pesar de ser originaria de la costa oeste americana fue introducido desde Suecia (cosas de la vida, no sólo P. clarkii es invasor de múltiples países) en 1974, se realizó con fines de cría en granjas, pero también hubo aclimatación y naturalización de las poblaciones. Y para que nos hagamos una idea de cómo de maltratado está nuestro auténtico cangrejo de río A. pallipes, hay leyes estrictas sobre la pesca de cangrejo señal, a pesar de ser este introducido y una plaga en muchos lugares, además las autoridades lo introducen como repoblación en zonas que antiguamente tenían A. pallipes. Hay que resaltar que en la actualidad se realizan también intentos de repoblación con A. pallipes por parte de la Junta de Castilla y la Mancha (El Chaparrillo, Ciudad Real y Río de Gallo, Guadalajara).

Como caso anecdótico se intentó introducir Astacus leptodactylus, procedente de Turquía, pero sin éxito, pues necesita temperaturas relativamente elevadas, y la introducción de Cherax destructor (Fig.3) (desde EEUU, pero procedente de Australia) también con fines de astacicultura, pero como no consiguieron los permisos necesarios los soltaron en una charca en Aragón (Bolea, 1996) entre 1984-85. También se conocen poblaciones en Navarra. Este cangrejo es conocido por su uso también por aficionados a la acuariofilia, por lo que no se descartan posibles introducciones posteriores a esa época en otros lugares de España.

Fig. 3

Definitivamente, la situación de A. pallipes en la península ibérica está francamente amenazada, y otros visitantes sobre todo P. clarkii se han establecido como amos y señores de los cursos fluviales y también, porque no decirlo, de las tradiciones culinarias de los españoles y resto del mundo. Para terminar, un abrazo del cangrejo nacionalizado: Procambarus clarkii.


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